martes, 6 de noviembre de 2007

Reflexiones antiguas sobre el "hombre" nuevo

Luego del 7 de octubre del 2007, han sucedido muchas cosas y se han dicho muchas cosas. Aparecen intereses personales, compromisos partidistas, un enojo colectivo ansioso de expresarse consecuentemente. Quizá por esa razón, recordé estas notas escritas en 1990-1991 y, en lo que valgan, las pongo a su disposición.

Todo el proceso que planteamos anteriormente debe proceder dialécticamente de un nuevo ser humano. No puede sustentarse en el varón o la mujer tal y como se manifiestan dentro del actual sistema. El individuo requiere una transformación que le permita superar la alienación y ser humano.
Para analizar este aspecto de la educación liberadora tenemos los aportes de Ernesto "Che" Guevara y Omar Cabezas, este último de manera literaria en el libro La Montaña es algo más que una inmensa estepa verde
[i]. De este libro tomamos la primera indicación sobre el nacimiento del nuevo ser humano:
El hombre nuevo empieza a nacer con hongos, con los pies engusanados, el hombre nuevo empieza a nacer con soledad, el hombre nuevo empieza a nacer picado de zancudos, el hombre nuevo empieza a nacer hediondo. Esa es la parte de afuera, porque por dentro, a fuerza de golpes violentos todos los días, viene naciendo el hombre con la frescura de la montaña, un hombre, pareciera mentira, un tanto cándido, sin egoísmos, un hombre que ya no es mezquino, un hombre tierno, que se sacrifica por los demás, un hombre que da todo por los demás, un hombre que sufre cuando sufren los demás que ríe cuando ríen los demás. Empieza a nacer el nuevo hombre que se va apropiando de una serie de valores, los va encontrando y los va tomando y los va cuidando y los va mimando y los va cultivando en su interior porque uno siempre cultiva esa ternura en la montaña, yo cultivaba la capacidad de no perder esa belleza. Ahí nace el hombre nuevo en la montaña, como nace el clandestino en la ciudad, como nace el guerrillero del campo.
[ii]
Claro que el contexto de esta definición es la montaña vista en retrospectiva desde el triunfo de la Revolución Sandinista. Por esa razón, la visión del ser humano nuevo recoge una fuerte tensión con los modelos de "varones y mujeres" que la publicidad y la cultura, dentro del marco del capitalismo, nos han introyectado.
Por lo anterior, el texto presenta una fuerte tensión entre /lo de afuera/ y /lo de adentro/. "Lo de afuera" parece ser la destrucción de los principios culturalmente aceptados de belleza y presencia apropiada, así como de limpieza y salud. Visto por fuera este "ser humano" es una porquería. Sin embargo, es allí, en su condición de miseria en donde se ha venido gestando una fortaleza humana profunda que se basa en la solidaridad franca, en la entrega a los ideales humanos más altos. "Lo de adentro" es superior a "lo de afuera". "Lo de adentro" es la negación de los valores del sistema, es la maduración de un ser humano con razones humanas para vivir, con sentido de la vida en sí mismo, y por lo tanto una persona íntegra que se da íntegramente a los demás.
Entre nosotros no había egoísmo. Como que la montaña y el lodo, el lodo y la lluvia también, la soledad, como que nos fueron lavando un montón de taras de la sociedad burguesa. Nos fueron lavando una serie de vicios. Allí aprendimos a ser humildes porque vos solo no valés ni mierda ahí adentro, aprendés a ser sencillo, aprendés a valorar los principios, aprendés a apreciar los valores estrictamente humanos que ahí van saliendo a fuerza, y poquito a poco se van muriendo todas las lacras, por eso nosotros decimos que la génesis del hombre nuevo está en el FSLN.
[iii]
El ser humano nuevo es la subversión del valor total de todas las cosas tal y como se viven dentro del sistema capitalista. Implica una nueva valoración del ser y su papel en la historia, de la ética y de la moral, del trabajo, del "otro" y por lo tanto de toda la dinámica cultural.
El otro aporte es el artículo del "Che" titulado "El socialismo y el hombre en Cuba”
[iv], allí empieza diciendo:
Intentaré, ahora, definir al individuo, actor de ese extraño y apasionante drama que es la construcción del socialismo, en su doble existencia de ser único y miembro de la comunidad. Creo que es reconocer su cualidad de no hecho, de producto no acabado. Las taras del pasado se trasladan al presente en la conciencia individual y hay que hacer un trabajo continuo para erradicarlas. El proceso es doble, por un lado actúa la sociedad con su educación directa e indirecta, por otro, el individuo se somete a un proceso consciente de autoeducación. La nueva sociedad en formación tiene que competir muy duramente con el pasado. Esto se hace sentir no sólo en la conciencia individual, en la que pesan los residuos de una educación sistemáticamente orientada al aislamiento del individuo, sino también por el carácter mismo de este periodo de transición con persistencia de las relaciones mercantiles. La mercancía es la célula económica de la sociedad capitalista; mientras exista, sus efectos se harán sentir en la organización de la producción y, por ende, en la conciencia.
La perspectiva del "Che" muestra la contra-parte o el complemento de lo que decía Cabezas. Por un lado, según Omar, el guerrillero sufre una profunda transformación en su lucha en la montaña, él como individuo y en forma consciente pone su vida por una causa frente a la cual, por amor, renuncia a la vida; por otro lado, el "Che" nos habla del individuo que, independientemente de su militancia, forma parte del proceso de construcción del socialismo.
Es importante señalar que el "Che" observa varias tensiones fundamentales en el proceso educativo desde la óptica socialista. Algunas de ellas son: individualidad-comunitariedad, taras del pasado-proceso de cambio, condicionamiento social-conciencia de autoeducación, el ser dentro del sistema capitalista-el ser dentro del proceso de construcción del socialismo.
Para Guevara la base de este proceso de cambio está en la transformación del significado del trabajo dentro de la vida humana:
Esto (se refiere al rompimiento de las cadenas de la enajenación) se traducirá concretamente en la reapropiación de su naturaleza a través del trabajo liberado y la expresión de su propia condición humana a través de la cultura y el arte. Para que se desarrolle la primera, el trabajo debe adquirir una condición nueva; la mercancía-hombre cesa de existir y se instala un sistema que otorga una cuota por el cumplimiento del deber social. Los medios de producción pertenecen a la sociedad y la máquina es sólo la trinchera donde se cumple el deber. El hombre comienza a liberar su pensamiento del hecho enojoso que suponía la necesidad de satisfacer sus necesidades animales mediante el trabajo. Empieza a verse retratado en su obra y a comprender su magnitud humana a través del objeto creado, del trabajo realizado. Esto ya no entraña dejar una parte de su ser en forma de fuerza de trabajo vendida, que no le pertenece más, sino que significa una emanación de sí mismo, un aporte a la vida común en que se refleja el cumplimiento de su deber social
[v].
Desde esta perspectiva el enemigo principal de la formación del ser humano nuevo es la "enajenación del trabajo". Por ella el ser se deshumaniza transformándose en mercancía. Si la matriz del viejo hombre es la enajenación, la matriz del nuevo ser humano es el sentido del trabajo como producto de sí mismo para el desarrollo de toda la sociedad, es decir, el trabajo liberado.
Pero el "Che" plantea, también, algunos lineamientos para los militantes:
Déjeme decirle, a riesgo de parecer ridículo, que el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor. Es imposible pensar en un revolucionario auténtico sin esta cualidad. Quizás sea uno de los grandes dramas del dirigente; éste debe unir a un espíritu apasionado una mente fría y tomar decisiones dolorosas sin que se contraiga un músculo. Nuestros revolucionarios de vanguardia tienen que idealizar ese amor a los pueblos, a las causas más sagradas y hacerlo único, indivisible. No pueden descender con su pequeña dosis de cariño cotidiano hacia los lugares donde el hombre común lo ejercita. En estas condiciones, hay que tener una gran dosis de humanidad una gran dosis de sentido de la justicia y de la verdad para no caer en extremos dogmatismos, en escolasticismos fríos, en aislamiento de las masas. Todos los días hay que luchar porque ese amor a la humanidad viviente se transforme en hechos concretos, en actos que sirvan de ejemplo, de movilización
[vi].
En el pensamiento del "Che" se manifiesta la tensión entre el compromiso con la realización del proyecto socialista y el sentido humano de ese proyecto. Su realización requiere disciplina, sacrificio, dolor, pero este precio no puede anular su objetivo fundamental: la humanización de un mundo in-humano. No puede el ser humano dar prioridad a ningún miembro de esta tensión, esto implica que su propio crecimiento como líder es fundamental si no quiere convertirse en un tirano.
El nivel del trabajo que el compromiso con los pobres requiere, hace, que una persona se olvide del contacto humano con el "otro". Cuando esto sucede el propósito del compromiso está en peligro de ser traicionado. De aquí viene el requerimiento de una fuerte formación del líder, formación que nazca de adentro, que no sea producida por la transferencia de conocimientos o técnicas, sino de la renovación humana cuya matriz es la relacionalidad con el "otro". Esta relacionalidad principalmente se debe establecer en el trabajo: trabajo en la industria, en el campo, en la iglesia, etc.
En resumen, podemos decir que el ser humano nuevo es el producto de un proceso de trabajo individual y comunitario que se enraíza en el compromiso con los demás. Cuando trascendemos nuestro egoísmo para alcanzar al "otro" nos encontramos con nosotros mismos y en ese encuentro se van destruyendo nuestras taras. Desde esta perspectiva cambia profundamente el sentido de la ética: la vida como tal es el objetivo fundamental del ser humano nuevo y esa vida está siendo negada por un sistema que lo confina a ser no-persona. La tarea que se desprende de esto es la transformación de ese sistema y el deseo de sembrar la vida en cada persona empezando por uno mismo.
No se puede apartar al ser humano nuevo de una opción de conciencia. La conciencia como es claro tanto en Omar como en Guevara es el polo opuesto a las taras heredadas por el sistema capitalista. Quien quiera ser un ser humano nuevo debe asumir conscientemente esa tarea.

[i] Cabezas. Op. cit., 118
[ii] Ibid., p. 119
[iii] Idem.
[iv] Guevara, Ernesto "Che". "El socialismo y el hombre en Cuba" en El Socialismo y el Hombre Nuevo. (México: Siglo XXI, 1987) setima edición. p. 6
[v] Ibid., p. 10
[vi] Ibid., p. 15

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