miércoles, 18 de abril de 2007

Bioaprendizaje: el camino biomimético

Bioaprendizaje: El camino biomimético

(Este es un resumen comentado del artìculo de Jorge Riechmann El camino hacia la sustentabilidad )

El artículo germinal de Jorge Riechmann Biomímesis: El camino hacia la sustentabilidad ha sido una luz para una reflexión que busque viabilidad y pertinencia. En este se articulan dos elementos centrales: la economía en estado estacionario como teoría económica que asume la ecología desde dentro de su propia racionalidad y la biomimética como modo de re-aprender a ser humanos. Hemos considerado para punto crítico del quehacer humano actual la co-evolución, o, como señalamos en nuestro rizoma, la co-construcción de un hábitat humano y solidario en sentido amplio de todos los seres vivos y las estructuras de Gaia: la tierra como ser viviente.

El punto central en nuestro contexto para la co-evolución de un mundo que sea habitable puede ser, en principio, la física mecánica y en ella, la segunda ley de la termodinámica o ley de la entropía. Esta ley conlleva la conciencia de que existe un transito en todo sistema del orden al caos y que, por lo tanto, la acción productiva vinculada a la reproducción de la vida, requiere que orientemos nuestras energías a producir estrictamente lo necesario y que esta producción sea biodegradable, para reducir la velocidad de la muerte de calor hacia la que se dirige nuestro mundo.

En este contexto, Jorge Riechmann, indica:

¿De qué hablan los movimientos sociales críticos cuando hablan de sustentabilidad o sostenibilidad? En esencia el contenido de esta noción es el siguiente: los sistemas económico-sociales han de ser reproducibles –más allá del corto plazo-- sin deterioro de los ecosistemas sobre los que se apoyan. Es decir, sustentabilidad es viabilidad ecológica: los sistemas socioeconómicos que funcionan destruyendo su base biofísica son insostenibles.

Dicho de otra manera: las actividades humanas no deben sobrecargar las funciones ambientales, ni deteriorar la calidad ambiental de nuestro mundo. Ello implica fundamentalmente dos requisitos:

1. Respetar los límites. Lo que tomamos de la biosfera (en cuanto fuente de materias primas y energía, o sea, materia energía de baja entropía) y lo que devolvemos a ella (en cuanto sumidero de residuos y calor, es decir, materia-energía de alta entropía) ha de estar dentro de los límites de absorción y regeneración de los ecosistemas.

2. Pensar en el mañana. Deberíamos dejar a la generación siguiente un mundo que sea al menos tan habitable y haga posibles tantas opciones vitales como el que nosotros hemos recibido de la generación anterior. Como se ve, la sostenibilidad es un principio.

Dicho esto, la idea de una economía que crece, es un contrasentido para la viabilidad ecológica de un sistema social. También lo es nuestro actual concepto de mercado que promueve el consumo. Todo lo que se produce genera desechos, los desechos serían elementos que estimulen la co-evolución del sistema ecológico total.

Herman Daly, experto y promotor de la economía en estado estacionario, plantea tres preguntas para pensar la economía desde el paradigma de relaciones ecológicas:

  1. ¿Cómo vivir en una Tierra finita?
  2. ¿Cómo vivir una buena vida en una Tierra finita?
  3. ¿Cómo vivir una buena vida en una Tierra finita en paz y sin desajustes destructivos?

Siguiendo el principio de John Ruskin “No hay más riqueza que la vida” se puede repensar el mundo como un sistema efectivamente ecológico en donde los seres humanos convivan con el resto de especies y de sistemas que lo componen. Por esta razón, el concepto de economía en estado estacionario o de crecimiento cero indica un camino con viabilidad ecológica, es decir, en donde la vida es el valor fundamental y esta se realiza con el menor efecto sobre el sistema ecológico total que conforma la Madre Tierra.

Producir más volumen de cosas de baja durabilidad para dinamizar el mercado es sin duda un sin sentido a largo plazo: el agotamiento de los recursos y el aumento en la producción de desechos. La economía en estado estacionario asumiría la dinámica biofísica que predomina en la naturaleza, la cual sabe utilizar tanto las materias primas como los desechos de forma tal que unos y otros reducen significativamente la entropía.

Daly lo indica de este modo:

El estado estacionario demandaría menos recursos de nuestro medio pero mucho más de nuestros recursos morales. En el pasado se podía alegar que descansar demasiado en los escasos recursos morales, en lugar de hacerlo en abundante interés individual, conduciría a la esclavitud. Pero en la era de los cohetes, las bombas de hidrógeno, la cibernética y la ingeniería genética, simplemente no hay sustituto para los recursos morales y no hay más camino que descansar en ellos, sean o no suficientes.

Si el objeto de la economía es la producción y reproducción de la vida, entonces, la planificación social y económica se orientaría hacia los caminos en que esa vida pueda ser más larga, con mayores periodos de ocio. En este caso el cultivo de las relaciones de amistad, de recreación, de formación de los y las niñas en familia se tornarían valores económicos básicos para medir el desarrollo. La felicidad sería un objetivo alcanzable a través del cultivo de las relaciones humanas y no del consumo.

Está claro que se puede vivir con menos cosas y produciendo menos desechos. Se puede invertir más en procesos de producción consensuales en donde el trabajo tenga el espíritu recreativo necesario para la gestación de una humanidad que viva en el placer. Esta perspectiva económica no desalienta la investigación y el desarrollo del conocimiento lo que desalienta es utilizar ambos para uso exclusivo de un mercado basado en el consumo masivo y la obsolescencia planificada.

Riechmann lo expone de la siguiente manera:

Nunca se repetirá lo suficiente que no es posible el crecimiento material indefinido dentro de una biosfera finita, y que globalmente hemos sobrepasado ya los límites al crecimiento. A escala del planeta entero, lo que necesitamos es desarrollo sin crecimiento (cuantitativo), o con más precisión: desarrollo que alivie la presión que hoy ejercemos sobre las fuentes de recursos naturales y los sumideros de residuos de la biosfera. En última instancia, ésta es la única definición breve de sostenibilidad que no traiciona el contenido ecológico del concepto.

La viabilidad económica debe abrir paso a la viabilidad ecológica. Este cambio semántico conlleva importantes aspectos de transformación cultural. Sería, la transformación de un mundo de consumo, sustentado en este y conformador de grandes capitales en un mundo de la distribución afectiva desde el respecto a la biodiversidad para el cultivo de la vida como biodiversidad. En este caso el principio de desarrollo sostenible marcado por el antropocentrismo daría paso, en la conciencia humana a un mundo interrelacionado en donde “vida” hace referencia a los sistemas ecológicos complejos, no al ser humano. Se desarrolla la vida de todos los sistemas incluyendo aquellos que no están incorporados dentro de la categoría de sistemas vivos.

En este contexto, la concepción de un hábitat humano incorpora, dentro de lo humano, la conciencia de interrelacionalidad y en ella, de respeto y reverencia a la biodiversidad y a la Tierra como Madre y como sistema vivo en su totalidad (esta sería una perspectiva matrística). Un hábitat humano promovería la co-evolución sin objetivar ningún aspecto de la ecología. El todo sería de importancia fundamental, la parte humana, la conciencia y autoconciencia de ese todo. Apuntaría, también, y sobre todo, a la renuncia de la depredación como acción válida para la producción y reproducción de la vida, de la guerra, de las relaciones asimétricas de poder y de las exclusiones.

Por esta razón, como también apunta Riechmann, la biomimética (imitación de la vida o de los sistemas vivos) pasaría de la industria robótica a la industria que emule los sistemas vivos y no formas específicas de los seres vivos. El concepto usado por este investigador expresa un cambio de conciencia sistémica, entendiendo esta como el aprendizaje de las sociedades humanas de sus colegas de sociedades animales y vegetales en sus interrelación cooperativa. Se aprendería la dinámica general del vivir con baja entropía, del no desperdicio, de la reducción de producción hacia la productividad como experiencia individual-colectiva lejos del consumo masivo.

El Departamento de Ciencias de los Materiales de la ETS de Ingenieros de Caminos (Universidad Politécnica de Madrid) ha desarrollado experimentos con las telas de araña que muestran la productividad de estos animales:

Este tipo de experimento obedece a una corriente científica

conocida como biomimética. Consiste en la imitación en laboratorio, con posterior aplicación industrial, de algunos procesos biológicos para reproducir a escala su metodología mediante el examen de los conocimientos que la Naturaleza, a través de aquélla, nos brinda. Las consecuencias ecológicas de estos hallazgos pueden ser extraordinarias. 'Háganse la idea de que un caracol, por ejemplo, construye su caparazón, que es una suerte de hormigón natural, a base de elementos normales que encuentra en su camino. Para ello no necesita la cantidad de energía que el cemento industrial precisa', detalla el profesor Elices. 'Si logramos imitar esos procesos y culminarlos, ahorraremos mucha energía de la que ahora gastamos y reduciremos sustancialmente el coste ecológico, tan elevado, que pagamos ahora', señala Elices.

La biomimética es una tendencia productiva que involucra aspectos de tecnología de punta con una filosofía ecológica y una visión económica y social. Se trata de pensar en la complejidad tomando provecho de la sabiduría de la naturaleza.

La hipótesis básica de esta biomimética ingenieril es que la evolución, a la larga, identifica soluciones óptimas; y por ello los seres vivos alcanzan a menudo una perfección funcional susceptible de estudiarse e imitarse.

Esta disciplina supone un crecimiento humano de alto nivel. Un crecimiento deseable y productivo que estimula la creatividad y la atención al medio ambiente. Reproduce la vida como dinámica y no como objetos diseñados que refuerzan las tendencias de producción que nos sofocan hoy. Una nueva conciencia es productiva. La conciencia humana dominante solo produce cosas, no ve la interrelacionalidad de la vida, no la considera útil para el desarrollo humano, no la valora o la valida como sabiduría y por eso no puede ver su cualidad productiva o creativa. Si hablamos de tecnología de punta podríamos referirnos a cómo la Madre Tierra ha logrado, a través de millones de años, por medio de diversos experimentos, un equilibrio fluctuante que permite la co evolución de todos los sistemas que la componen. Así, indica Riechmann:

Allende esta biomimética ingenieril, podemos tomar el principio de biomímesis en un sentido más amplio: se tratará, entonces, de comprender los principios de funcionamiento de la vida en sus diferentes niveles (y en particular en el nivel ecosistémico) con el objetivo de reconstruir los sistemas humanos de manera que encajen armoniosamente en los sistemas naturales. El metabolismo urbano, industrial, agrario, debe parecerse cada vez más al funcionamiento de los ecosistemas naturales.

No es que exista ninguna agricultura, industria o economía “natural” sino que, al tener que reintegrar la tecnosfera en la biosfera, estudiar cómo funciona la segunda nos orientará sobre el tipo de cambios que necesita la primera. La biomímesis es una estrategia de reinserción de los sistemas humanos dentro de los sistemas naturales.

Se incorporaría en el conversar la validación de la sabiduría de la naturaleza, o de la dinámica de la vida, y a partir de este principio se podrían tejer nuevas redes de conversaciones que, junto con la ya existentes, pudieran, en cooperación, desarrollar un conocimiento fundamental de la vida para imitarla en cuanto su estructura productiva. ¿cuáles serían esos principios que mantienen el equilibrio fluctuante de la naturaleza? Riechmann propone las “Leyes” básicas de la ecología según Barry Commoner y Nicholas Georgescu-Roegen:

1. Todo está relacionado con todo lo demás. La biosfera es una compleja red, en la cual cada una de las partes que la componen se halla vinculada con las otras por una tupida malla de interrelaciones.

2. Todas las cosas han de ir a parar a alguna parte. Todo ecosistema puede concebirse como la superposición de dos ciclos, el de la materia y el de la energía. El primero es más o menos cerrado; el segundo tiene características diferentes porque la energía se degrada y no es recuperable (principio de entropía).

3. La naturaleza es la más sabia (o “la naturaleza sabe lo que hace”, traducción del inglés nature knows better). Su configuración actual refleja unos cinco mil millones de años de evolución por "ensayo y error": por ello los seres vivos y la composición química de la biosfera reflejan restricciones que limitan severamente su rango de variación.

4. En todos los procesos dentro de la biosfera, al final tendremos un déficit en términos de materia-energía.

Estas leyes, dentro del marco del desarrollo de las tecnologías actuales podrían realizarse a través de las siguientes estrategias productivas:

ecología industrial, remedando los ciclos cerrados de los materiales en la biosfera;·

agroecosistemas mucho más cercanos a los ecosistemas naturales que la actual agricultura industrial quimizada; ·

química verde con procesos que permanezcan cerca de la bioquímica de la naturaleza;

biotecnología ambientalmente compatible, con biomoléculas artificiales donde sea preciso, pero guiándonos por el proceder de la misma naturaleza, etc.

Los aspectos que transformarían la actual producción económica serían los siguientes:

1. VIVIR DEL SOL como fuente energética

2. CERRAR LOS CICLOS de materiales

3. NO TRANSPORTAR DEMASIADO LEJOS los materiales

4. EVITAR LOS XENOBIÓTICOS como COP (contaminantes

orgánicos persistentes), OMG (organismos transgénicos)...

5. RESPETAR LA DIVERSIDAD.

El punto crucial aquí es definir si existen las condiciones políticas para realizar el proceso de germinar una cultura: redes de conversaciones que consensúen conductas coordinadas de conductas coordinadas, adecuadas al conocimiento superior que implica la sabiduría de la naturaleza. Estas conversaciones podrían enriquecerse de las culturas nativas exterminadas por los colonialismos europeos y norteamericanos desde el siglo XV.

Hay varios factores a favor si consideramos aspectos en donde el conocimiento global ha llegado:

a. Una vida en la diversidad parece tomar auge en el mundo actual y ha logrado metas significativas: matrimonios entre personas del mismo sexo, una visión multigenérica, un auge de las espiritualidades pacifistas, un mayor conocimiento de la biosfera y con ella de la dinámica de la vida, el auge de movimientos ecologistas, una conciencia de la multiculturalidad, entre otras. Lo diverso se empieza a ver como positivo, viable y deseable.

b. El tránsito del valor de la producción de cosas al valor del conocimiento. Así el concepto de sociedades de conocimiento y el trabajo vinculado a relaciones más afectivas y autónomas, como a equipos que colaboran y una mejor capacidad de comunicación. El conocimiento parece más abierto a todas las personas más allá de títulos o status generando redes de interrelaciones.

c. El desgaste de los combustibles fósiles que abre el horizonte a investigaciones más imperativas de producción de energías limpias y ahorro de energía, así como de una conciencia más fuerte sobre la situación crítica energética. La energía, abundante en la naturaleza, es limpia y barata.

d. El desgaste de los mantos acuíferos que empieza a plantearse como un problema grave y nos requiere de una nueva conciencia hacia el trato amigable con el agua. El agua es posibilidad de vida viable para los sistemas humanos.

e. Un mayor nivel de educación y una promoción de la educación formal e informal para un desarrollo humano deseable y creativo. La educación se empieza a percibir como consenso sobre problemas fundamentales que afectan toda la estructura de la vida.

f. Un esfuerzo mundial por la organización ciudadana para la resolución de problemas y conflictos. Las sociedades humanas buscan formas más democráticas de desarrollo en su dinámica y sus proyecciones hacia el futuro.

También existen los contra y son muy significativos, sin embargo, en el contexto anterior, las cosas pueden tender a suavizarlos. Aun no hay donde huir fuera del planeta tierra. Consideremos los siguientes:

a. Existe un aumento en las posiciones fundamentalistas, en especial en los Estados Unidos. Instituciones que envuelven a millones de personas en el mundo han seguido este camino como la Iglesia Católica.

b. La maquinaria productiva insiste en obviar el deterioro social como una pérdida real del capital.

c. Aun existe una fuerte injerencia de la industria armamentista en la dinámica política y económica mundial.

d. La conciencia antropocéntrica aún es dominante.

e. Los países pobres no cuentan con los recursos necesarios para abrirse paso en un mundo dominado por los capitales multinacionales.

La tarea parece tender hacia una afirmación de la esperanza en que la sabiduría de la naturaleza logre hacer conciencia en la autoconciencia humana de su condición de interrelacionalidad. Si esta conciencia se amplía podríamos dar los pasos para una organización humana ecoeficiente y potencialmente biófila en contraste con los sistemas sociales actuales. El modelo de implementación requeriría formas de gestar consenso en los procesos educativos a todos los niveles.

Este consenso podría diseñarse a partir de incluir, en el conversar, el principio de una economía en estado estacionario, de crecimiento cero a través de la pregunta ¿Qué necesitamos para vivir bien? Si esta pregunta incluyera insumos sobre la vida en la diversidad o la bio-diversidad, una conciencia empresarial colectiva que potencie la productividad a través de la resolución de problemas familiares y comunales en torno a la dinámica social deseable y a aspectos básicos como el uso sabio de la energía y el agua, así como el tratamiento de la basura y la limpieza de desechos que causa tantos males en nuestro país, el potenciar el consumo de productos biodegradables, la producción hidropónica, entre otros. Un plan de educación que inicie desorganizadamente, de forma más espontánea, podría dar los pasos para crear un camino de autoorganización que tienda a la ecoeficiencia.

Ahora, Riechmann, también plantea aspectos fundamentales relativos al modelo de economía en estado estacionario:

Un aspecto a mi juicio importante de la noción de biomímesis es que permite –o facilita al menos— disipar un generalizado equívoco en torno a otro concepto importante para la ecologización de la sociedad: el de economía de estado estacionario (steady-state economics), introducido ya por los economistas clásicos (como Ricardo o Mills) y que elaboró hace algunos años Herman E. Daly. También cabría verterlo al castellano por “economía en equilibrio”.

En efecto, lastra a la idea de una economía en estado estacionario la connotación de estancamiento, de detención de la mejora humana. Pero si pensamos en ello desde la noción de biomímesis, el equívoco se desvanece: se trata de un “estado estacionario” –referido a los ciclos de materia y los flujos de energía a través del sistema económico— como el de la biosfera, es decir, caracterizado por la dinámica evolutiva, el surgimiento continuo de lo nuevo, y la diversidad inacabable que enriquece la experiencia. Todo lo contrario del estancamiento, por tanto: una sucesión de “cuasi-equilibrios” permanentemente en movimiento, a la que también podemos considerar un tipo de equilibrio –quizá un “equilibrio metaestable”.

Si bien el equilibrio dentro de la segunda ley de la termodinámica equivale a la muerte de calor, equilibrio en este contexto supone una interrelación dinámica de los diversos sistemas que componen la vida, sería una correlación sabia que logra diversos tipos de estabilidad a través de la imprevisible productividad de lo nuevo. El equilibrio térmico es, por desgracia, el camino en el cual nos hemos adentrado durante la revolución industrial. Una economía en estado estacionario significa la implementación de los sistemas sociales humanos de la biomímesis en cuanto sistema eco-eficientes de co-existencia en la cooperación.

Aquí la palabra equilibrio no hace referencia a estabilidad sino a movimiento en coordinación, en este sentido, en la naturaleza eso que llamamos equilibrio supone un permanente estado de desequilibrio creativo en donde los sistemas inventan y se reinventan con el propósito de continuar viviendo.

El punto central, entonces, sigue siendo nuestra capacidad de aprender, el ser aprendientes y en este sentido autoproductivos y autoorganizados es una de las cualidades más significativas donadas por la naturaleza a los seres humanos. La otra cualidad es la autoconciencia del estar viviendo y de hacer en el amor y la compasión. Así, sin capitales que puedan modificar directamente la economía mundial, sin ejércitos que puedan imponer los procesos, sin poder político que genere los cambios estructurales de nuestro actual sistema, aún nos queda recurrir a las raíces de nuestra condición de sistemas vivos autoconcientes. Desde allí, en una educación que recupere su cualidad de formarnos en el conversar desde el amor, podríamos contar con la energía realmente humana que nos permita volver a ver el mundo y a nosotros mismos como otro válido de por sí e iniciar el proceso de consensuar nuestro sistema social con la impronta de disfrutar del pan de cada día en comunidad y creatividad.

Presentación y bibliografía de Jorge Riechmann

Jorge Riechmann (Madrid, 1962) es poeta, traductor literario, ensayista y profesor titular de filosofía moral en la Universidad de Barcelona; actualmente trabaja como investigador sobre cuestiones ecológico-sociales en el Instituto Sindical de Trabajo, Ambiente y Salud (ISTAS) de Comisiones Obreras. Es socio de la Sociedad Española de Agricultura Ecológica (SEAE), presidente de CiMA (Científicos por el Medio Ambiente), miembro del Consejo de Greenpeace España y afiliado a Ecologistas en Acción. Ha traducido extensamente a poetas como René Char y dramaturgos como Heiner Müller.

Necesitar, desear, vivir. Sobre necesidades, desarrollo humano, crecimiento económico y sustentabilidad (Los Libros de la Catarata, Madrid 1998),

Todo tiene un límite (Debate, Madrid 2001), Cuidar la T(t)ierra (Icaria, Barcelona 2003)

Transgénicos: el haz y el envés (Los Libros de la Catarata, Madrid 2004);

Canciones allende lo humano (Hiperión, Madrid 1998)

Una morada en el aire (Libros del Viejo Topo, Barcelona 2003);

El día que dejé de leer EL PAÍS (Hiperión, Madrid 1997),

Muro con inscripciones (DVD, Barcelona 2000),

Desandar lo andado (Hiperión, Madrid 2001),

Poema de uno que pasa (Fundación Jorge Guillén, Valladolid 2003),

Un zumbido cercano (Calambur, Madrid 2003),

Anciano ya y nonato todavía (Eds. El Baile del Sol, Tegueste 2004)

Ahí te quiero ver (Icaria, Barcelona 2005).

Un mundo vulnerable, Todos los animales somos hermanos y Gente que no quiere viajar a Marte (reunidos en la editorial Los Libros de la Catarata).

“Biomímesis: el camino hacia la sustentabilidad”, en Estefanía Blount/ Luis Clarimón/ Ana Cortés/ Jorge Riechmann/ Dolores Romano (coords.): Industria como naturaleza. Hacia la producción limpia, Los Libros de la Catarata, Madrid 2003. Una versión abreviada en El Ecologista 36, verano de 2003.